martes, 30 de septiembre de 2014

EL VALOR DEL TESTIMONIO

De igual manera que la fe se refuerza compartiéndola, la vocación se afianza comunicándola en gestos concretos de plenitud.

La alegría profunda de quien ha encontrado el “tesoro escondido”, de quien se siente llamado y experimenta la confianza de Dios, le lleva a hacer partícipes a los demás de esa misma experiencia. Una persona que vive con entusiasmo lo que de Dios ha recibido no pasa desapercibida.
Dios no deja de llamar y se vale de nosotros para hacer sentir su llamada. La vocación vivida con realismo y con esperanza, con compromiso, se convierte, necesariamente, en una invitación que se dirige a muchos: “venid y veréis”.
El testimonio de vida es, por tanto, un medio privilegiado para la animación vocacional. Asumir esta responsabilidad exigirá en nosotros, personal y comunitariamente, el cuidado de nuestra calidad espiritual de vida, de nuestra identidad consagrada y carmelita.

Paco Daza, O.Carm